Una carta del obispo Patrick Neary

Queridos amigos,

Bishop Patrick Neary C.S.C.

Cada mañana de Navidad escuchamos proclamar en la misa el prólogo del evangelio de Juan. En Juan 1:14, el griego dice literalmente que “el Verbo se hizo carne y plantó su tienda entre nosotros”. Podríamos decir que Dios se hizo carne y se mudó al vecindario. Sabemos que Dios acampó con los israelitas en el desierto y ahora Cristo planta su tienda con nosotros. ¿Por qué la Palabra dejó un trono glorioso en el cielo para levantar una tienda en los confines ásperos y polvorientos de la tierra? ¡Dice mucho sobre cómo Dios nos ve y cuánto nos ama!

Cristo instaló una tienda en nuestros corazones el día de nuestro bautismo. Nos hicimos uno con el Verbo hecho carne. Él ha plantado su tienda en nuestros hogares, en los corazones de nuestros familiares y amigos, y en todas las personas que encontramos en un día determinado, aun los extraños.

En este Año Parroquial de Avivamiento Eucarístico, es apropiado pensar que en cada celebración de la Eucaristía, Cristo levanta su tienda con nosotros, el pueblo de Dios. Se solidariza con gusto con todo lo que estamos viviendo. En su libro Redimido, Heather King imagina a Jesús diciendo en cada celebración de la Eucaristía: “Soy solidario no sólo de tu humanidad, tu quebrantamiento, tus pecados; me solidarizo con tus patologías. Y al ofrecer mi propia carne, voy a transformar la conciencia de toda la humanidad, para siempre”.

A estas alturas mi primera carta pastoral como obispo, titulada “Como el Padre me envió, así también yo los envío”, se ha distribuido por toda la diócesis. Tiene cuatro secciones: Eucaristía como don, Eucaristía como encuentro, Eucaristía como comunión y Eucaristía como misión. En última instancia, la Eucaristía nos envía como discípulos misioneros a levantar nuestras tiendas con los más necesitados y a llevar el Cristo que hemos recibido en nuestros corazones a aquellos que aún no lo conocen.

Es evidente que debemos empezar por los pobres. Soy consciente de que las personas sin hogar de nuestra comunidad pronto tendrán que montar sus tiendas de campaña en la nieve. Algunas familias y ancianos sufren escasez de alimentos. Especialmente en Navidad, consideremos ofrecer nuestro tiempo o apoyo financiero a organizaciones de servicios católicos, como Catholic Charities, que a través de su programa Food Shelf satisface las necesidades de nuestros hermanos y hermanas que pasan hambre.

Aunque lejanos, nuestros corazones están con las víctimas de la guerra en Tierra Santa y Ucrania. Vemos migrantes que lo arriesgan todo y que enfrentan explotación y peligro mientras huyen de la violencia y la opresión, buscando encontrar una vida mejor en nuestro país, tal como lo hicieron nuestros propios antepasados. Incluso la Sagrada Familia huyó de la violencia y se mudó a Egipto. Seguramente Cristo ha plantado su tienda entre ellos, y nosotros también podemos hacerlo, a través de nuestra simpatía y oraciones.

Al acercarse la Navidad, damos gracias porque el Verbo se hizo carne y eligió levantar su tienda entre nosotros los seres humanos. El regalo más grande que jamás hayamos recibido, Jesucristo, habita dentro de nosotros y viene a nosotros en cada Misa. Como sus discípulos, lo llevamos a otros para que pueda plantar su tienda en los corazones de los solitarios, los que no tienen hogar, los que luchan con enfermedades físicas o mentales, inmigrantes, prisioneros, agricultores en dificultades y cualquiera que esté necesitado.

Suyo en Cristo, Obispo Patrick M. Neary, C.S.C.

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Author: Bishop Patrick Neary, C.S.C.

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